sábado, 22 de octubre de 2022
22 de octubre CONTINUAMOS CON NUESTROS RELATOS
lunes, 17 de octubre de 2022
17 de Octubre Acontecimientos de los últimos días.
viernes, 7 de octubre de 2022
Aquí me veis, rodeado de un precioso ramillete de mujeres waorani |
miércoles, 5 de octubre de 2022
He escrito este relato para expresar cómo me encuentro en la Amazonia ecuatoriana.
Llevo ya un año en estas tierras de
la Amazonia ecuatoriana y creo que ha llegado el momento de expresaros cómo me
encuentro en esta tierra situada a 8.800 kilómetros de San Sebastián
(Donostia), donde viví los tres últimos años antes de venir aquí.
Deciros que me encuentro muy bien,
situado en una realidad que no me resultaba extraña, pues había vivido aquí
durante seis meses hace ya cinco años. Desde el primer momento me sentí acogido
y al mismo tiempo, esperado. Agradezco de corazón a nuestro hermano provincial
el que hubiese accedido a mis deseos, aunque el plan que tenía para mí, era muy
distinto. Te estaré siempre agradecido, Carlos.
La provincia de Orellana, cuya
capital es Coca, es una extensa zona de 21.690 km2 y que cuenta con 161.000 habitantes;
es decir, 8,4 habitantes por km2. Excepto las poblaciones de Joya de los
Sachas, Loreto y Coca, el resto es selva surcada por unas pocas vías, muy
maltrechas en gran parte de su recorrido.
La extracción de petróleo y madera; aquí
hay árboles –guayacán, chonta, cedro, palmeras de tipos muy diversos- que
atraen a los grandes traficantes, a los que no les importa nada el dejar
esquilmada nuestra Amazonia.
¿Qué encuentro yo de atractivo para
venir hasta acá y desear seguir viviendo en esta Tierra? Es la amabilidad de
sus gentes, el ver mucho sentido a lo que uno va realizando –en los campos
diversos de la pastoral-, el trabajo en equipo –sobre el cual me explayaré a
continuación- y los hermanos de las tres fraternidades que aquí estamos
–Guayacán, a 70 kilómetros, a la que se llega tras dos horas de carro; Nuevo
Rocafuerte, a 360 kilómetros, y a la que se llega tras 8 horas de barca, único
modo de llegar hasta allí y Coca. Pero me encuentro muy a gusto también con el
resto de los hermanos de la custodia, en total 33.
En el campo de la pastoral, estoy
colaborando con las hermanas Escolapias en los cuatro centros de culto en los
que ellas desarrollan su misión y que, excepto una de ellas, -San Antonio-,
están situados en el extrarradio de la ciudad y a donde se llega por calles sin
asfaltar, que cuando llueve, se hacen intransitables.
Además de esto, voy los jueves por
la tarde a visitar a las personas internas en el hospital, acompañado de José Mari
Sádaba, una religiosa venezolana y una misionera seglar argentina. Además, una
vez al mes voy a visitar a los enfermos “catastróficos”, llaman aquí así a los
enfermos sometidos a diálisis y a los afectados por el cáncer.
Ya que hablo de cáncer, os diré que
esta es una de las zonas más afectadas por esta enfermedad en Ecuador, aunque
el gobierno de la nación no lo quiera reconocer –hay más de 500 personas
afectadas por esta enfermedad en una población de 161.000 personas-. Uno de los
causantes más serios de esta enfermedad es producido por las substancias
malignas que son expulsadas a la atmósfera a través de los mecheros –grandes
tubos que en número superior a 400, y
dispersos por nuestras provincias de Orellana y Sucumbios (situada al Norte de
Orellana) van haciendo irrespirables muchos lugares de nuestro territorio.
Otro asunto también a considerar es
la extracción de oro de algunos de nuestros ríos, produciendo desastres
ecológicos sin cuento.
Estoy
también el equipo de comunicación del Vicariato. Emitimos comunicados
semanalmente con el título “Ecos de la Amazonia”. Y yo, personalmente emito
podcats casi diariamente.
Así mismo, estoy encargado de la
coordinación en la misión de los jóvenes, mayores de 25 años, venidos de
Argentina -6- y Venezuela -1-. Estos hermanos argentinos forman la tercera
remesa de voluntarios que se han comprometido durante un año a realizar el
voluntariado con nosotros. En total son 3 chicos y 7 chicas. Todos ellos se
forman a lo largo de un año en la parroquia que los Capuchinos tenemos en la
ciudad argentina de Córdoba. Su
formador
allí es Joaquin, con el cual tuve la suerte de compartir el curso de la ESEF
hace ya cuatro años. Un chico y una chica de ellos han venido desde Corrientes,
también en Argentina. Allá han sido formados por las hermanas Terciarias
Franciscanas. Esta es otra de las gozadas que me toca vivir aquí. Por cierto,
animaría a que hicierais, los que estáis encargados de la pastoral juvenil y
social, de hablar un poco de este asunto del voluntariado con los jóvenes con
los que colaboráis.
Y para concluir la guinda: Todos los
años, a mediados de septiembre, realizamos una semana de asamblea, en la que
revisamos lo que hemos realizado el curso anterior y nos ponemos “pilas” para
emprender el curso que comienza. Este año ha sido la bomba: Nos hemos juntado
más de 100 personas a lo largo de toda la semana –de lunes a viernes por la
tarde-. La pastoral que realizamos se desarrolla en tres áreas: urbana –Sachas y Coca-, Loreto es
atendida por los Josefinos de la provincia del Napo; rural – especialmente realizada con los habitantes de los pueblitos
que se encuentran en las orillas de las vías y que son, en general, gentes
llegadas de otras zonas del país e indígena,
que es la pastoral realizada con las gentes originarias de estas tierras
–kichwas,shuars y waoranis-. No solamente hemos estado los de “siempre”
–religiosas y religiosos, padrecitos y algún seglar comprometido. Este año hemos
acogido entre nosotros a representantes de los indígenas –de las tres etnias- y
a más seglares que colaboran con la misión a lo largo del año.
Hemos vivido en un ambiente tan
fraterno unos y otros, que en algunos momentos me he llegado a emocionar; sobre
todo, cuando realizábamos algunas celebraciones al estilo de los hermanos
indígenas, pues, aunque no entendía nada, era tal la vitalidad con la que se
realizaban, que uno entraba en el ambiente.
Hemos dedicado muchas horas a la
celebración de nuestra fe y a los planteamientos, creo que todos nos implicábamos
en expresar lo que deseamos vivir, que nos sentíamos bogando en la misma
txalupa (barca).
Quizás he sido demasiado extenso en
mi comunicado, pero me he dejado llevar por lo que mi corazón quería expresar.