lunes, 14 de agosto de 2023

14 de Agosto. El dia del susto.

Así es Quito Sur en su zona más empobrecida, la zona Sur. Las casas que se ocultan entre las montañas expresan una gran pobreza. 

Aquí se ve con mas claridad la situación de las casitas de los más empobrecidos.
Otra vista de la ciudad en sus zonas más empobrecidas.
Otro rostro de la ciudad, también en Quito Sur. El contraste es bien palpable.
El edificio de la derecha es el centro comercial más grande de Quito.
El viernes fue un día memorable para mí. Fui a la oficina en la que tenían que conceder la cédula para la permanencia indefinida en Ecuador y me llevé un gran chasco, pues la señora que me atendió me dijo que legalmente yo estaba en Colombia, donde estuve de vacaciones el verano pasado. Como no se había registrado mi entrada en Ecuador, tenía que ir a la frontera con Colombia y arreglar allí este entuerto. Con un hermano capuchino, un hombre bendito de Dios, nos dirigimos hasta la frontera, más de 4 horas de carro. Tras tomarnos un desayuno de los de época, llegamos a la frontera y en la oficina de Colombia me dijeron que en Colombia no figuraba ni mi entrada ni mi salida. Fuimos a la oficina de Ecuador y tampoco allí sepodía arreglar nada. ¿Y ahora? Mi nerviosismo era de época. Pero todo se arregló muy bien, pues volvimos a la oficina de Colombia y volvimos a hablar con el señor que nos había atendido antes. Viendo él mi nerviosismo, me preguntó: "¿es usted religioso?" Mi respuesta fue: "soy un hermano menor capuchino y sacerdote". Me pidió el pasaporte y lo selló. Se había saltado una norma, pero me había salvado de esta situación que no era posible arreglar de otra manera. Fuimos a la oficina de Ecuador y nos encontramos con un montón de gente, pero como yo iba con mi bastón, para andar con más seguridad, me dejaron pasar enseguida. Me atendió un señor muy amable y no me cobró nada, en buena ley tendría que haber pagado 200 $ por haber permanecido un año en Colombia, según se deducía de mi entrada en ese país. Se cumple aquí aquello de "después de la tormenta viene la calma". ¿Qué hubiera pasado si no hubiera sido religioso? La pregunta queda en el aire. 
El puente que se ve a la salida nos despide de Quito hacia la frontera. 
Esta carretera que nos lleva hacia Colombia no tiene agujeros, como las nuestras de la Amazonia. Así es este país. 
Al fondo la gran cordillera de los Andes colombianos.
Montañas que no presentan ningún verdor. Así está pasando con una buena parte de nuestra Amazonia. 
Casitas que ascienden por la montaña. Su blancura es muy atractiva.
En la zona que atravesamos nos encontramos con invernaderos enormes. En ellos se producen papas y toda clase de vegetales.
Más invernaderos
Entramos en la tierra que aporta los mejores futbolistas de Ecuador, Estupiñán entre ellos.
Esta es la entrada en el Carchi. Así se llama este pueblo. Tierra de ciclistas. De aquí es Carapaz.

Estos días se está llevando a cabo una gran vigilancia en Ecuador, con el ejército en las calles. La situación es muy tensa y se nos pide calma y esperanza.

Nos vamos acercando a la frontera de Colombia y los montes que vemos tienen unas formas muy curiosas.
Aquí también vemos camiones enormes. Por el toldo que llevan se ve que son colombinos. Son toldos oscuros y muy compactos.
Más montañas a la vista.
Esta población es Tulcán. Es la última población de Ecuador.
Entrada wn Otavalo. La ciudad de los ponchos. Hace unos años poblaban nuestras ciudades en fiesta para vendernos sus preciosos productos.
En Otavalo las mujeres y algunos hombres llevan unas grandes trenzas.

Y en Otavalo es obligatorio comprarse un poncho. Los había de colores muy vivos, pero uno, con sus 72 años, ya no está para colorines. Este poncho me gustó y aquí mismo me lo puse. Esta terraza me pareció un buen enmarque para un recuerdo de Otavalo.


 




 


 





 









 

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