sábado, 18 de septiembre de 2021

18 de septiembre. La vida en la Amazonia

         Ya llevo varios días en este precioso enclave del Ecuador. La verdad es que el ambiente de fraternidad que  voy encontrando aquí, me está diciendo que no he errado en la elección que he realizado a mis 70 años. Me está costando un poco el adaptarme a los horarios de aquí, pero eso no me preocupa, porque sé que es  cuestión de días el que el cuerpo se adapte a la nueva realidad.

           Uno de los mayores problemas que tengo es debido a que vivimos en un ambiente rural y en cada casa, y en el Vicariato hay unas cuantas, hay uno o más gallos. Estos hermanos se dedican a "deleitarnos" la madrugada -sobre las 3,30- con sus "alegres" cantos, repetidos de una u otra manera por los diferentes gallos presentes en el recinto del Vicariato. A partir de ese momento, mis posibilidades de conciliar el sueño se ven reducidas casi totalmente. No recuerdo haber vivido esta experiencia en la anterior ocasión en que estuve aquí; era mucho menos impactante. Como todos me dicen que es cuestión de acostumbrarse, a conseguirlo me dirijo, cuanto antes mejor evidentemente.    

          Me levanto todos los días a las 5,30 de la mañana y a las 6 salgo con la hermana Celinda, oblata ecuatoriana, saladísima. A las 6,30 compartimos con las hermanas clarisas, las Laudes y la Eucaristía. Son 9 hermanas, 7 originarias de Méjico y 2 de Ecuador. Son celebraciones realizadas con mucho sentido fraterno, expresado en unas voces preciosas y muy conjuntadas. Tras la celebración de la eucaristía, de la misa a la mesa, compartimos con ellas un buen desayuno, preparado con todo detalle por las hermanas.

           Ayer por la tarde estuve en un lugar que se llama Nuevo Paraíso. Los nombres de los barrios de aquí son preciosos. Fui, acompañado por una joven que conocí en mi anterior estancia aquí, Nayeli, y otras mujeres, a una finca situada a las afueras de Coca (13 kilómetros de carretera y 1,5 de camino de tierra prensada y piedras). El lugar al que acudimos está situado en una finca, que junto con otra cercana, iba a bendecir. Celebramos la eucaristía y en ella hicimos mención a una chica que cumplía sus 15 años. Este asunto tiene mucha importancia en estas tierras. Tras bendecir las fincas, dimos cuenta de una sabrosa merienda. Como yo no tenía mucho hambre en ese momento, me dieron lo que no había comido, bien envuelto, para que diera buena cuenta de ello cuando lo deseara.

            Al llegar al Vicariato tuve una bonita conversación con dos de las chicas argentinas que realizan un año de voluntariado aquí. Son chicas que siguen estudiando, una de ellas lo hace por internet, o ya ejerciendo  y que están muy implicadas en la realidad de aquí, especialmente con los jóvenes.

            Al llegar a casa me encuentro con Chepe, guardíán de la fraternidad y con Achakaspi, un hermano navarro que lleva 46 años en la Amazonía. Chepe y yo somos recién llegados.   

            Hoy por la mañana, en reunión con el guardíán de la fraternidad, hemos concretado las parroquias que cada uno va a asumir a partir de ahora. A mi me corresponden 6. Iremos viendo cómo afrontar esta cantidad de trabajo que se avecina. El Señor nos fortalece en la misión.

  

   

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