jueves, 20 de julio de 2017

19 de julio del 2017

Hoy es el día de volver a llenar las maletas; asunto cansado donde los haya.

Le he llevado la comunión a Gregorio. Ha sido un momento de encuentro y de despedida al mismo tiempo.¿Nos volveremos a ver?

Me he ido despidiendo de las diversas hermanas y hermanos con los que he tratado hoy en la Curia. Son gente amable y en tan pocos días de encuentro hemos compartido mucho.

He ido con Leandro al aeropuerto. Hemos llegado con el tiempo justo, pero todo ha ido bien al final.
Me embarga la expectativa del encuentro con la selva y sus diversos habitantes y todo lo que supone el Aguarico.

Llego al aeropuerto de Coca, tras 40 minutos de viaje. Es un lugar pequeño pero suficiente para los que llegamos. Conmigo viene un hermano de Navarra, Rekalde y nos encontramos con Jesús, que ha salido a recibirnos. Este es el hermano guardián de la comunidad de aquí; muy majo.

Vamos a la casa de la comunidad y tras saludar a la señora cocinera, vamos a comer a la casa del Vicariato, donde nos encontramos con Jesús Esteban, obispo de aquí, capuchino navarro. Comemos con él y con algunas monjas y misioneras seglares.

Jesús Esteban nos invita a ir al encuentro del grupo que ha salido esta mañana del helipuerto del que salieron Inés y Labaka y ya han llegado a la mitad del recorrido -24 kilómetros-. Vamos con un joven, Kevin, que en el encuentro que tendremos con el grupo, nos contará la historia de las vidas de Inés y Labaka; nos acompañan también dos religiosas franciscanas. La cita es en un "polideportivo". Allí nos encontramos con unas 100 personas, entre ellas algunas de las etnias waoranis, kichuas y shuars.
Celebramos la eucaristía, presidida por Jesús Esteban, con bastante participación de la gente. Después de la eucaristía, hemos tenido saludos en diversas lenguas y actividades de juegos diversos. Todo ha sido muy bonito, una buena antesala de lo que mañana viviremos. Estoy muy feliz aquí.

Volvemos al Vicariato y Jesus Esteban me va enseñando su casa de obispo, muy sencilla pero al mismo tiempo, muy bien distribuida, con gusto. Cenamos un buen grupo y a continuación, Jesús Esteban me va mostrando la casa en la que yo viviré estos meses aquí, un lugar de paz.

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