sábado, 29 de julio de 2017

28 de julio del 2017

Día tranquilo, sin muchas novedades. Estoy a gusto.

Jesús, el guardián de la comunidad, me había comunicado que vendría a buscarme una religiosa para ir a presidir la eucaristía en un barrio de Coca "el Moretal". Llegada la hora intento salir a la calle para esperarle pero no aparece. Como no había forma de contactar por teléfono con ella, es el mismo Jesús el que me lleva a ese barrio. La carretera está bastante bien asfaltada, pero al llegar a dicho barrio,las cosas se complican, la furgoneta comienza a dar saltos y es que el firme anterior se ha convertido ahora en un camino de tierra compacta y piedras. Por lo que veo, es algo bastante común en los barrios de esta ciudad. Cuando llegamos, vemos que la iglesia está con las puertas abiertas, hay luz y alguna gente dentro. ¿Estarán esperándome? Pues no, la hermana ya había comenzado la celebración y era cuestión de seguir tal y como ella lo había planeador. Al final, todo ha quedado en un paseo en camioneta por la ciudad.

Por cierto, todas las iglesias de esta ciudad, excepto la catedral, tienen unas bellas figuras en sus paredes, que dejan de ser compactas y que no deja de tener su gracia. El motivo no es debido a asuntos estéticos sino a poder hacer respirables los templos, pues el tema del aire acondicionado resulta demasiado caro para la economía de la diócesis. No sé si será igual en el resto de las localidades de esta nación tan preciosa pero es claro que en nuestra tierra sería impensable, el clima de esta tierra lo permite
Esta es la pared exterior de la capilla de la comunidad de Capuchinos de Coca
A eso de las tres de la madrugada me levanto de la cama y oigo una música potente a lo lejos; sí, es cierto, estamos en fiestas. Pero dentro de poco serán las 5,30 y tocará el despertador para dejar la cama para cogerla en otro momento, en la siesta típica de nuestra tierra y que hasta aquí ha llegado.

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