domingo, 23 de julio de 2017

23 de Julio 2017

Voy con Jesús a una iglesita en construcción en el barrio de "el Rancho". Para llegar a ella tenemos que pasar por caminos sin asfaltar. Jesús me dice que todas las casitas están construidas fuera de la ley. El edificio no tiene puertas y eso permite que lleguen a visitar al Señor tres perros que se mueven por el local como si estuvieran en un terreno propio. La gente es sencilla pero al mismo tiempo participa en la celebración muy activamente. Me siento a gusto en este ambiente. Posteriormente vamos a otra iglesia, la de San José, muy bonita, y saludamos a Antonio, alma mater de la comunidad que allí se reúne. Converso un poco con la gente que se va acercando.
Aquí me encuentro con el obispo de la diócesis, Jesús Esteban Sádaba, capuchino también.

Esta es la iglesia en construcción en el barrio de "el Rancho". El que está de espaldas es Jesús, el párroco. La gente iba acercándose a la celebración de la Eucaristía a las 8,15 de la mañana. La primera misa en Coca se celebra a las 6,30 de la mañana en la catedral y se llena el templo.
En casa celebro el sacramento de la Unción de los enfermos con un señor que va a ser operado mañana en Quito de traqueotomía. Le acompañan su padre y su hemana. ¡Bonito encuentro!

Por la tarde hemos ido al barrio de Unión y Progreso. Creo que es lo único bonito que tiene. Me ha recordado mucho a la Cañada de Madrid. Caminos sin asfaltar, las casas no disponen de agua -como sucedía en el barrio del Rancho que hemos recorrido esta mañana-. Es un barrio que tiene muy mala fama por temas de robos, violencia y drogas.  En este barrio hay un albergue que se construyó con la ayuda del Gobierno de Navarra, la Diputación de Bizkaia y la asociación Castelditerra  de Tudela. Cuando se construyó había una gran necesidad de construir este albergue para albergar a las personas que provenientes de la selva, venían por motivos diversos a la ciudad. Las instalaciones son adecuadas para unas 60 personas.  En estos momentos no hay tal necesidad, lo cual supone un problema a resolver de cara al futuro.
Una niña descansa con total confianza apoyada sobre otra niña un poco mayor en la entrada del albergue




   En una sala de este albergue nos reunimos con tres mujeres, algunas jovencitas y varios niños. No celebramos la eucaristía pero Jesús, con mucho arte, va dirigiendo un precioso diálogo.

Después de volver al Vicariato para merendar, nos dirigimos a la parroquia de San Pedro y San Pablo. Está situada en uno de los lugares mejor situados socialmente de la ciudad. La Iglesia, sencilla pero acogedora, se va llenando. Aquí contamos con filminas, un grupo de 4 chicas que llevan el canto y dos guitarras eléctricas y una batería. Resulta una eucaristía amena la que preside también Jesús.

Hoy ha sido una toma de contacto con la realidad parroquial de parte de Coca. Vendrán otros días en que me corresponda presidir las celebraciones. Hay que ir poco a poco.

Una cosa que me parece curiosa y agradable es que el apretón de manos es el saludo general de todo el mundo y eso me gusta.

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