viernes, 28 de julio de 2017

27 de Julio del 2017

Estos días que se acercan, como el de hoy, van a ser muy tranquilos y sin muchas cosas que contar.

Al mediodía nos hemos juntado a comer tres hermanos y he ido escuchando un tema muy importante en  esta zona, el del petróleo. El asunto es muy delicado. Las petroleras -en este momento compañías de China; aunque Repsol ya estuvo anteriormente por aquí- van creando pozos por todas partes y explotando los recursos petrolíferos. Esto hace que la selva vaya siendo cada vez más destrozada en todos los sentidos; pero el petróleo atrajo en su momento a mucha gente que en diferentes partes del país, vivía en condiciones muy precarias. La ciudad de Coca, en pocos años, pasó de tener 2.000 habitantes a una población de 70.000. Ahora el petróleo ya no es tan abundante y mucha gente ha tenido que emigrar de nuevo. La población ha bajado a unos 60.000 habitantes en estos momentos. La selva debe ser salvaguardada pero esto llevaría consigo que buen número de personas tendría que volver a emigrar. Esperemos que se afronten estos problemas de la mejor forma posible.

Después de merendar (cenar entre nosotros) salgo a recorrer la ciudad con Dick, hermano capuchino que vivió dos años con nosotros en Bilbao. Vamos paseando por la orilla derecha de este gran río, el Napo. La izquierda está totalmente ocupada por viviendas y dependencias del ejército, lo cual hace que la ciudad no pueda expandirse por esa orilla. Fondeados en la orilla derecha del río hay una buena cantidad de barcazas, las cuales, mañana muy de mañana, descenderán por el río y al cabo de 10 horas llegarán a la población de Nuevo Rocafuerte. Una de estas barcazas es una escuela de hostelería flotante que va recorriendo el río y parándose en los alrededores de las poblaciones, enseñándoles a cocinar de una forma sencilla a las poblaciones de estos lugares.

No vemos mucho ambiente por las calles. Dick me dice que todavía es muy pronto y que más tarde las calles se llenarán de gente. Sí que vemos más animación en un paseo en el que se están asando buenas cantidades de carne y un buen grupo de gente, sentada alrededor de pequeñas mesas, van dando cuenta de lo que allí se cocina. Son los agachaditos (por la forma en que en tiempos comían).

Comienza a llover fuertemente -nunca he visto llover tan fuertemente como aquí-. Trombas de agua que caen con fuerza y que si te pillan en descampado, ya te puedes dar por confesado.

Son las 10 de la noche y el termómetro marca los 23 grados. No aparece apenas en  ningún momento el temido calor del que tanto me habían hablado antes de venir de Bilbao.              

No hay comentarios:

Publicar un comentario