domingo, 3 de septiembre de 2017

3 de Septiembre del 2017

Eran las 7h de la mañana y habíamos quedado La hermana Carmen y yo con la hermana Derly para que nos llevase a la iglesia del "Rancho", en las afueras de la ciudad. Allá hemos preparado too para la celebración de la eucaristía a las 8h. Poco a poco iba acercándose la gente. Hay quien ha entrado poco antes de la comunión. Las personas que acuden son muy sencillas pero acuden con atención.
Tras concluir la eucaristía me quedo hablando con algunas mujeres. Una de ellas ha acudido con su hijito, que por no ser adecuadamente atendido cuando hace tres años tuvo una neumonía, está en este momento en una situación de indefensión total, casi como un pequeño paquete a quien su madre le lleva con una tristeza enorme. Estoy también con dos mujeres de 31 y 39 años, ambas madres de 5 hijos. En una realidad en la que el paro está haciendo estragos, ¿qué futuro les espera a estos niños?
Una vista de la iglesia del Rancho durante la celebración de la eucaristía.
Este es el lugar en el que se espera al autobús que nos llevará al centro de la ciudad. La hermana Carmen y dos catequistas.

Tras saludar a la gente que se iba yendo a sus casas, hemos estado esperando al autobús que nos llevaría al centro de la ciudad. Un vehículo de comienzos del siglo pasado que llega cuando quiere y que después de recorrer caminos interminables, llega por fin a la carretera. Pero  va parando allí donde se ve una mano levantada y también cuando alguien desde dentro dice "gracias" en voz alta (esta es la señal de parada). Lástima que tenía la máquina escasa de batería y no he podido sacar ninguna instantánea de algo tan curioso por tantos aspectos. Habrá otras ocasiones para ello.

A mediodía me he reunido con la hermana Dora, Marcela y Rafael -matrimonio-, con el objetivo de preparar las dos próximas emisiones de radio sobre la "Amoris Laetitia". Creo que hemos hecho un trabajo bonito.

Por la tarde (19,30h) he presidido la eucaristía en la iglesia de San Pedro y San Pablo. No encontraba un alba por ningún lado y al final, la encargada de la iglesia me ha ofrecido algo parecido a un traje de anchas mangas que ha hecho su papel. En fin, hay que llevar el alba y la estola a la iglesia correspondiente cada vez que te toca presidir una eucaristía.   

 

 

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