domingo, 17 de diciembre de 2017

16 de diciembre del 2017

Hoy me he despertado sin oír el despertador. No se qué ha podido pasar, pero me he levantado media hora más tarde, a las 6h. La verdad es que me costó conciliar el sueño, quizá el ser consciente de que mi estancia acá se acaba.

A las 7,30h. he salido con la hermana Carmen, Oblata, a una comunidad kitxwa, a tres cuartos de hora de carro. La comunidad se llama "Juan Pío Montúfar". Es la comunidad kitxwa más grande de las  que he conocido. Tiene unos 600 habitantes y está, no como sucede con la mayoría de ellas, a la orilla de la carretera. El local donde hemos celebrado la eucaristía, estaba lleno de gente para cuando hemos llegado.

A las 8h. hemos celebrado la eucaristía. Nos hemos adelantado al tiempo litúrgico, pues hemos celebrado la eucaristía del día de Navidad. Aquí, como a la mayoría de las comunidades, se acude una vez al mes. La escasez de sacerdotes y comunidades religiosas exige que las cosas se hagan así.

De vuelta a casa, he estado en la reunión de catequistas de Coca. Hoy ha habido una presencia muy reducida de catequistas. Aquí también empieza a introducirse el consumismo pre-navideño.

A las 13,30h. hemos compartido en casa de las Oblatas un rato de comunidad los Capuchinos, Charles (el venezolano) y Miguel, sacerdote javeriano colombiano. Hemos tenido una velada muy bonita con tarta, helados y cantos de felicitación a Carmen, la oblata con la que he ido hoy a la comunidad kitxwa.

A las 19h. he ido andando a la catedral. No tenía ni idea de lo que me estaba esperando allí. Al entrar me h dado cuenta de que había un jaleo enorme. El asunto es que como se celebra la novena del Niño, había un buen número de niños -unos 40- vestidos de angelitos, con alas plateadas, que de angelitos tenían solo el nombre. He celebrado la eucaristía como Dios me ha dado a entender y lo bueno estaba a continuación: han subido al altar los padres, amigos y la muchacha que celebraba su fiesta de quinceañera. Un acompañante traía unos zapatos plateados en una bandeja. Nunca me había visto en una de estas y se me ha ocurrido decirle "que estos zapatos te ayuden a seguir el camino de Jesús". En fin, no sé en qué acabará esto en su vida. Pero no acaba aquí la cosa, por el otro lado del altar han subido un jovencito de 11 años y sus familiares. Este muchachito quería ser bautizado -Walter, el párroco de la catedral, ya me había puesto al corriente de esto- bueno, pues aparte de fotos y más fotos, no se qué quedará de todo esto.

Tras todo este tinglado, he ido con Walter a la iglesia del Rancho. Allá estaba terminando, para cuando hemos llegado, la boda de Esperanza y Darwin, que llevan viviendo desde hace 23 años como pareja de hecho y ya tienen tres hijos. Con Jesús he vuelto a casa con el ánimo de descansar de tanto ajetreo.
Todos los presentes en esta celebración son de la etnia kitxwa.
En el estrado  estoy con la hermana Carmen y el presidente civil de la comunidad.

Un pequeño grupo de las personas reunidas en el encuentro de catequistas de Coca.
Aquí estoy yo, pidiendo la luz del Espíritu para afrontar lo que tengo por delante.
El señor del centro del pasillo no paraba de sacar fotos. Los niños no paraban de moverse por todo el templo.




 

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