13 de Agosto del 2017
Me lleva Jesús a la iglesita de San José, donde presidiré la eucaristía de las 10 de la mañana. Pensábamos que iba a haber poca gente, pero no ha sido así. Ha habido un buen grupo y ha participado a lo largo de la celebración, sobre todo en la homilía dialogada. Cuando les he dicho que ya, a partir del próximo domingo estaría José Mari Sádaba, hermano del obispo Jesús Esteban, me han mostrado una cercanía y un deseo de volver a verme, que me ha emocionado. Este pueblo se hace querer.
He estado dando una vuelta por el centro de la ciudad. Hoy, domingo, es día de mercado y las calles estaban muy concurridas. He aprovechado para cortarme el pelo -3 $, menos de 3 euros, el corte. Comparando precios, sale mucho más barato aquí.
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Esta es una vista de lo que es un mercado aquí. A lo largo de dos calles, y un poco protegido del suelo se pueden comprar los productos del campo; muchos de ellos, desconocidos para mí.
Cuando volvía al Vicariato, lo que a la mañana era un sol que mostraba toda su fuerza, se ha convertido en una tromba de agua. No me he mojado mucho, pues estaba ya cerca de casa. He invitado a pasar a la entrada de la casa a una familia -bisabuela, de 67 años; madre de 45, hija de 18 ya casada con un hombre de 28 y un niñito de un año y medio. Aquí las chicas se casan muy jóvenes. Otro día entraré más a fondo en este asunto, pues no tengo muchos datos para ofrecer una información adecuada sobre esta cuestión.
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Esta es la chabola que se encuentra detrás de nuestra casa de capuchinos. Es un lugar de paz-
Tengo una compañera en mi cuarto con la que quiero establecer relaciones y lo veo un poco difícil, porque es huidiza y se me escapa; se mete por detrás del armario o de la biblioteca. En fin, que lo de comunicarnos, siquiera con la vista, es creo que imposible. Bueno, que siga su camino en paz, L hermana lagartija.
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