martes, 1 de agosto de 2017

31 de Julio del 2017

Hoy me he levantado enfadado. Espero que no tenga más motivos que el de hoy a lo largo de mi estancia en Ecuador. El asunto es que ayer, tras la terminación del desfile -que había comenzado a las 8 de mañana y concluido alrededor de las 14 horas- los kichwas celebraban los 40 años de haber echado a andar la confederación de comunidades kichwas del Oriente del Ecuador, en la que hay federadas un total de 70 comunidades, y en la que tuvo mucho que ver otro capuchino, José Miguel Goldáraz, que todavía vive por estas tierras. A las 14,30 horas comenzaron la fiesta, con discursos en su lengua originaria, el kichwa -que desgraciadamente, por querer entrar en la cultura postmoderna- están olvidando, además de hacerlo respecto a una buena parte de su cultura originaria, especialmnte los jóvenes. A lo largo de toda la tarde y toda la noche, hasta las 8 horas de la mañana, ha habido un continuo machaque sobre nuestras personas. Y es que el lugar en el que llevaban a cabo esta tremenda fiesta está justamente en frente de nuestra casa. La carga de decibelios que es límite en este país no la conozco, pero creo que la han superado con creces estos muchachos. Un dato explicativo es que, en la celebración de la eucaristía, que la tenemos a las 6,30h. ha habido momentos en los que era imposible escucharnos.

Después de desayunarnos, serían las 8 de  la mañana, me he armado de paciencia y he acudido al lugar de la macro fiesta, pensando que puesto que tan alto era el sonido, habría un buen número de gente. Pues no, escasamente 30 jóvenes, todos ellos y ellas tumbados o sentados y una chica que quizá quiera ser bailarina, algo le va a costar, bailando en el centro de la plaza en la que estaban todos. Al salir me  he encontrado con un grupito a quien le he hecho ver, sin levantar la voz, y de buenas maneras, que "dormíamos" justamente en frente y que esta noche había sido imposible hacerlo, lo cual lo consideraba como una falta de respeto. Al llegar a casa me he dado cuenta de que ya había cesado la música; por cierto, muy pachanguera. Lástima no haber aparecido antes.

Hoy he tenido mi primera intervención, desde que estoy aquí, en el hospital civil -hay otro militar también-. Al mediodía ha venido a buscarme a casa el cuñado de un joven de 28 años que se encontraba en muy mal estado en Urgencias del hospital. Este joven había consumido alguna sustancia, su cuñado no sabía de qué se trataba, y al llegar al hospital me he encontrado con este joven, entubado, con gran dificultad de expresarse y por lo tanto, apenas le entendía lo que deseaba decirme- Después de un rato de intentarlo, le he dicho algunas palabras y tras preguntarle si se encontraba más tranquilo y aseverarlo con su cabeza, allí le he dejado, con su madre desconsolada.
   
Este es el árbol de la coca que da nombre a esta ciudad. Sus hojas sirven para muchas cosas, mascándolas se tiene sensación de reducir el hambre. Tratadas químicamente, ya sabemos o que producen.

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