sábado, 18 de noviembre de 2017

17 de noviembre del 2017

Tras el almuerzo y las despedidas de los hermanos, junto con Emilio -de la comunidad de Guayaquil- y Luis -de la de Playas-, salimos a las 13,30 horas hacia Guayaquil. Todo va bien hasta que en un cruce del camino, la policia nos obliga a desviarnos y durante más de una hora vamos a ir por caminos de quinto orden, hasta salir de nuevo a la carretera principal. No tenemos ni idea de lo que ha pasado, pero hemos perdido un tiempo precioso. Al regresar a la carretera principal -una buena autopista-, volamos. Con todo, llegaremos poco antes de las 10 de la noche a Guayaquil.

La ciudad tiene unas avenidas de seis carriles. Es más moderna que Quito, pero no es tan atractiva. Despedimos a Luis y merendamos antes de acostarnos. Mi cuerpo no pide más que descansar.

Cuando estoy en la cama, sobre las 23,30 horas, siento que la cama tiene un ligero movimiento y como ya estaba avisado de lo que había sucedido por la mañana, donde el temblor de tierra hizo desocupar centros y domicilios en algunos lugares de la ciudad, tranquilamente he seguido durmiendo.
Por el camino de cabras por el que transitábamos vimos esta iglesia y me parecieron muy curiosas sus torres. 
En el camino de Quito a Guayaquil nos encontramos con esta preciosidad que tiene nieves perpetuas. Es la montaña más alta de la tierra (lee en Google lo que dice de esta maravilla de la naturaleza.
Te dejo a tí que te dejes llevar por los sentimientos que te produce lo que ves.

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