domingo, 26 de noviembre de 2017

25 de noviembre del 2017

A las 6,30h. me despido de Lucho y Luis me lleva al bus que me llevará a Guayaquil, a donde llegaré a las 8,30h. A las 9h. salgo para Quevedo, a donde llego a ls 12,30h.
Paulino, el cura nacido en tierras palentinas pero criado en nuestro barrio de Otxarkoaga, sale a buscarme y con él iré a almorzar en un bar de la ciudad (sopa de carne, unas chuletillas -de vaya Vd. a saber a quíén se las tomaron-, el consabido arroz, que no falta nunca en una comida que se precie en este país y un vaso de zumo de naranja).

Por la tarde nos dedicaremos los dos a quitar el polvo de la iglesia de San Antonio de Padua que está tocando a la casa en la que él vive-. Es un polvo de obra, pues están en ello estos días, que se mete por todos los poros del cuerpo.

A las 18,30 estaremos Paulino, un señor jubilado llamado Walter y yo en la iglesia de la Sagrada Familia, en donde Paulino, con una voz cada vez más estropeada preside la eucaristía. Es un intento de dar de sí todo lo que puede, pero que resulta perjudicial para él.

Volvemos a casa, después de dejar al señor Walter en la suya, y Paulino se quedará también en casa. Viene a buscarme una familia -padres e hija- y en el camino montará una sobrina. O sea que, en el taxi vamos 6 personas y no pasa nada.

Nos dirigimos a una casa particular, en la que una familia -como todos los años por estas fechas-, invita a familiares y amigos -unas 80 personas en total-, a participar en una eucaristía y tener después una frugal colación -unos trozos de fiambre, acompañados de unos panecillos muy ricos y jugo de frutas-. Como no caben todos dentro del recinto de la casa, la mitad de los presentes se encuentran sentados en el camino que rodea la casa.

Después de la eucaristía me pongo a hablar con la gente. Es una gente muy accesible y me encuentro muy a gusto conversando, pero Paulino me tiene que abrir la puerta de casa y no quiero volver tarde.
Iglesia de la Sagrada Familia, en la que Paulino preside la eucaristía.
Después de la eucaristía viene bien una frugal colación. Luego vendrán los diálogos hasta bien tarde-

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