domingo, 5 de noviembre de 2017

5 de noviembre del 2017

Ayer, a las 22 horas, comenzó a llover y ha parado de hacerlo sobre las 7,30h. En algunos momentos ha sido impresionante, como si se hubiese roto el cielo y toda el agua contenida en él se estuviera derramando sobre esta preciosa tierra, que seguirá siéndolo gracias a esta preciosa hermana agua.

A las 9,30h. voy andando a la catedral. Me encuentro con ella a tope de gente. Hoy también hay una larga fila de difuntos para nombrar. Me cuesta mucho este asunto de tanto nombre, pero es la cultura de aquí y la acepto. Tras la eucaristía me he encontrado con un buen grupo de gente, especialmente mujeres, que deseaban recibir la bendición y el abrazo del sacerdote. Pues nada, respondo a sus deseos y me siento emocionado; entre otras cosas, porque ya veo próximo el final de mi estancia en este país tan querido.

Hoy veo en el mercado unas mesitas, rudimentarias pero ya no están los productos en el suelo.

Los nombres de los productos que se venden en estos puestos son tan raros que no me he quedado con ellos.

Hoy almorzamos (comemos) en el Vicariato. Hoy ha llegado Marcel de Quito y estaban también el matrimonio navarro, Alberto, Jesús y Walter, el cura responsable de la catedral y de unas cuantas comunidades de la Vía Zorros.


A las 16h. voy al barrio de Flor del Pantano, un lugar en el extrarradio de Coca, en donde viven Fanny y Carmen, franciscanas. Allí me encuentro con un grupo de jóvenes de 15 a 18 años. Conozco a dos chicas de los 9 que me esperan. La reunión ha sido de las de recordar por mucho tiempo, pues hemos profundizado en cosas muy serias y han participado mucho. Luego me acompaña la hermana  Carmen hasta tomar el bus y vuelvo a casa contento.

 
 



 

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