Hoy ha sido mi bautizo de Amazonía. A las 7,45 horas de la mañana he ido con las hermanas Oblatas de aquí y con Ángel, misionero Javeriano; iba con nosotros también, una joven kitxua con su hijo recién nacido. Hemos recorrido más de 50 kilómetros por la Vía Auca y tras coger una bifurcación a la izquierda, hemos recorrido 20 kilómetros por un camino de tierra compacta y de buen firme.
Al llegar a una nueva bifurcación nos hemos bajado la hermana Mariana y yo junto con la joven kitxua con su hijito. Hemos ido caminando, por un camino embarrado durante un buen rato. Ha salido a nuestro encuentro un hombre kitxua, de nombre Benjamín, que a lo largo del día ha sido mi ángel de la guarda.
En un momento concreto hemos llegado al lugar en el que teníamos que montar en una barquita a motor que nos llevaría en unos minutos a San Juan de Tiputini. Al entrar en la barca he sentido una inseguridad grande; aquello era un cascarón, pero era lo único que había y nos esperaban al otro lado del río.
Hemos ido al centro comunitario, donde nos esperaba un buen grupo de mujeres y hombres de la comunidad, al rato han llegado los niños de la escuela y ahí hemos celebrado la eucaristía con los cantos en kichwa -originarios en castellano-. La hermana Mariana sabe entenderse con los kitxwas. Son gente muy amable y que se aviene pronto a dialogar.
El centro comunitario tiene dos salas; una para reuniones, con bancos y pupitres y otra en la que hay una sala con un fuego bajo en el que se prepara la comida. Todo el edificio es de madera. El suelo y las paredes, a media altura, son de canelo piedra; los bancos de jacaranda; la mesa de canelo fino; los pupitres de pleibo y el techo de cuero sacro. Alrededor del edificio hay árboles con nombres desconocidos para mí: pisú-guaba, valsas, uva silvestre y ajo silvestre -sus hojas huelen a ajo--
Al rato nos han traído el almuerzo -verde (plátano) cocido y pescado de río -tilapia roja-, un vaso de jugo de limón y finalmente, dos vainas de guabas. Bueno, comida diferente pero buena también.
El saludo entre los kitxwas es muy curioso: con las mujeres hay que deslizar las manos una con la otra (si aprietas con tu mano piensan que le arrebatas su espiritu); con los hombres, al estilo nuestro.
Tras descansar, dialogando un buen rato, nos hemos despedido de esta gente tan amable y hemos vuelto a coger la barca. Ahora ya me encontraba más tranquilo, aunque nuevamente me han ayudado a subir al cascarón. Me siento muy torpe.
Después de volver, deshaciendo el camino, nos hemos topado con Ángel y Rosaura, con quienes hemos vuelto al Vicariato. Una buena siesta reparadora y una buena ducha y un cuidado de mis pies cansados y doloridos por parte de José Mari, me ha dejado como nuevo y contento por mi baño de Amazonía.
A las 19 horas he ido a la casa de la Florida con Jesús y la hermana Dora. Nos hemos reunido con un buen grupo de matrimonios. Hoy ha sido mi última reunión con ellos. Un buen grupo con el que seguirán trabajando Jesús y Dora.
Al pasar por Dayuma nos hemos encontrado con los obreros en paro, que nos han saludado amabñemente. |
Ya vamos entrando en la pura selva. |
La hermana Mariana va llegando al centro comunitario |
Los niños kitxuas son preciosos y están muy atentos |
Aquí estamos dando palmas con una canción "si estoi felice". |
El techo de "cuero sano" tiene un buen labrado |
Ella tiene 20 años y tiene en brazos a su segundo hijito |
Otro bello niño durmiendo plácidamente dentro del atillo que su madre lleva con mucho salero |
Este es el fuego bajo. Sobre los dos tubos se ponen los pucheros. |
En esta frágil barquilla y sentado sobre una tabla en el rio Tiputini. Detrás de mí y conduciendo la barca se encuentra Benjamín, mi ángel de la guarda. |
En la parte posterior de la barquita va la hermana Mariana, un matrimonio con su hijoto y dos jovencitos. No pasa nada, van muy tranquilos. |
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