sábado, 7 de octubre de 2017

6 de octubre del 2017  Llegó el gran día del Vicariato de Aguarico.

A las 7 de la mañana nos reunimos los habituales y un buen grupo de hermanos y hermanas llegados de muchos lugares diferentes del país. Algunos traen a sus espaldas más de 14 horas de viaje en bus.
Hacemos un encuentro de oración especial, preparado como bien saben hacerlo ellos, por Darwin y Txarli, con la ayuda de una religiosa franciscana, Fanny.

A partir de las 10,30 horas nos reunimos en la biblioteca del colegio Miguel Gamboa, un buen número de obispos llegados de diferentes lugares del Ecuador, además del Cardenal -un hombre de 82 años con la cabeza bien puesta-, y el Nuncio en Ecuador. Hay albas para todos -unos 130-. Vamos  en procesión hasta los aledaños del altar; los chicos y chicas del colegio hacen un pasillo a ambos lados. Las hermanas Franciscanas Capuchinas, acompañadas de otras voces y un director con su guitarra eléctrica cantan el canto "Arriesgar la vida" -precioso. La celebración es larga en el tiempo -2 horas y cuarto- pero a mí no me ha resultado en absoluto pesada. Todo ha sido muy bien preparado por Jesús -el guardián de nuestra comunidad-.

Tras la conclusión de la celebración, hemos ido en procesión hasta la catedral, donde Monseñor Adalberto -el nuevo obispo del Vicariato Apostólico de Aguarico- hará su entronización en la sede de este Vicariato. Menos mal que la celebración ha sido en el coliseo, pues sino, hubiera sido imposible. La catedral queda abarrotada en bancos y pasillos, ¡impresionante!

Dentro de esta celebración, los misioneros y misioneras y los responsables de los movimientos prometen obediencia al nuevo obispo; yo, mientras esté aquí, también soy misionero y así ha sido mi promesa "mientras permanezca aquí, puedes contar conmigo para lo que desees".

Después de todo esto -que ha durado en total tres horas- hemos ido a comer. En el vicariato y el colegio hemos comido hoy 1300 personas. Gracias a la inestimable ayuda del movimiento Juan XXIII, que ha dado de comer a 800 personas, todo ha sido posible.

En los alrededores de nuestra casa me he encontrado con un grupito de huaos y con la ayuda de Darwin, hemos conseguido entendernos. Deseaban vender algunas cosas y ya han encontrado un comprador.

A las 16 horas estábamos convocados en el coliseo, para participar en un acto cultural. El bueno de Adalberto, que tiene amigos por todas partes, ha llegado con media hora de retraso y con horario ecuatoriano, -se comienza cuando se comienza y punto- hemos contado con la participación de un grupo de schwars y dos de kitxwas, el grupo de la comunidad Juan XXIII de Sachas, el grupo de la comunidad de la Parroquia de San Plácido de Manavi -de donde es Adalberto, a quien llaman cariñosamente  "Padre Pepito". La alcaldesa de Coca y la prefecta de Orellana han tenido sendos discursos en despedida de Jesús Esteban y acogida de Adalberto. Dos buenas cantantes de la zona han interpretado preciosas canciones, mientras parte del público bailaba muy alegremente. Para concluir, hemos intervenido el grupo de misioneros y misioneras, que hemos cantado en wao, shuar, español y kichwa la canción "la selva es tu mansión" -nos ha salido muy bonita según el parecer de los que escuchaban- y "arriesgar la vida" -preciosa y comprometida-.

Por deseo de Adalberto, que me ha oído cantarla alguna vez- he cantado, con traducción anterior, la canción "Txoria txori". Gusta mucho esta canción por aquí.
Este conjunto de símbolos situados en el centro de la sala en la que tuvimos la oración expresan muchas cosas: las tres coronas, representan a las tres etnias -uhaos, kitxwas y shwars- Las sandalias, de hombre y mujer, expresan a los misioneros, debajo de la lanza está el símbolo del Vicariato, que representa al sol, y la lanza siempre presente, recuerda a Inés y Alejandro. Presidiendo todo, la luz de Cristo Resucitado, expresada en la vela encendida. La pancarts dice "sembramos justicia para cosechar misericordia". 
 
Así quedó el escenario y la sala del coliseo.
Adalberto en el centro, a su izquierda el custodio de los capuchinos de Ecuador y a la derecha el párroco de Sachas.

En el festival de la tarde ambos obispos recibieron muchos regalos. Los kitxwas les regalaron las coronas. En la foto y de izquierda a derecha, el anterior obispo, Jesús Esteban Sádaba; l padre de Adalbeto, con 85 años; Adalberto y el obispo de Copiapó -Chile-, capuchino también.
Por la imposición de las manos de los obispos presentes, Adalberto pasa a ser miembro del Colegio de los obispos de Ecuador.
Adalberto, mientras cantamos las letanías de los santos, permanece en esta posición. 
En la presentación de las ofrendas, Adalberto recibe el escudo que él ha querido para expresar lo que él quiere vivir como obispo del Aguarico. Rio, selva, barcas, chozas expresan la vida de la Amazonía. El ceibo es propio de la provincia de Manabí; el escudo de la derecha, el cicame, es el sol que fecunda y da vida a la selva. La cruz de San Damián y el abrazo franciscano recogen la identidad de hermano menor de Adalberto. Las borlas, de diversos colores, expresan la riqueza multicultural del Aguarico.
Aquí estoy con el grupo de huaos. Sus nombres: Pego, Gave, Encomenga, Eugenia, Pava y Maira. Su comunidad se llama Higuauno.
Este es un grupo de jóvenes kitxwas de la comunidad de Pompeya
El grupo de la comunidad Juan XXIII de Sachas interpretan una cumbia.
Cantando el "txoria txori" a petición del nuevo obispo a quien he prometido obediencia.
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